Luisa y Adrián se enamoraron en el colegio. El suyo fue un amor muy intenso, con altas y bajas.
En aquellos años de juventud, (colegio y universidad), fueron pareja durante algunos períodos de tiempo, y en otros, Adrián terminaba con Luisa pues tenía una relación previa que se le dificultaba dejar.
En uno de esos breves periodos en que Adrián volvió con su ex pareja y Luisa se ilusionó con una nueva relación, la novia de Adrián quedó embarazada, y él decidió volcarse a su pareja y a su bebé que estaba por nacer.
Luisa y Adrián se despidieron llorando como chiquitos pequeños y cada quien hizo vida aparte, casándose y criando a sus respectivos hijos. Durante años, se encontraban por casualidad en el supermercado o en alguna que otra fiesta de amigos en común, y se seguían por redes sociales.
Siempre guardaron con profundo cariño aquel amor adolescente que no pudo ser, y en una ocasión que tuvieron oportunidad de hablar, fantasearon con encontrarse en la vejez y terminar sus días juntos, pero la vida de Adrián terminó de manera abrupta, no mucho después de aquel último encuentro.
Luisa consulta conmigo un año después de su pérdida, desea que yo canalice a Adrián pues tuvo un sueño con él que le dejó una mezcla de sentimientos confusos.
En el sueño, ella está en una fiesta y él llega por sorpresa, se ven, se abrazan y comienzan a bailar juntos una música suave. Ella se siente muy feliz, pero de pronto detalla que él trae un golpe en la cara. Luisa se angustia y de repente se percata que está bailando sola, por lo que se despierta llorando.
El día que yo canalizo a Adrián, él aún no está en la Luz, se encuentra todavía un poco desorientado. Por experiencia, doy fe de que la mayoría de las almas que no han encontrado su camino a la Luz, con un poco de ayuda y mucho amor, entran en contacto con su luz interna y se elevan hacia Ésta.
TODOS SOMOS SERES DE LUZ, pero por distintas circunstancias, a veces lo olvidamos.
Con poco esfuerzo, Adrián va hacia la Luz…
Ahora se me muestra radiante y feliz. Me llama la atención porque viene vestido de príncipe de cuento de hadas, no de príncipe de esos de la realeza, no, sino de príncipe de cuento, con un traje completamente blanco y arrodillado en una sola pierna, en una especie de reverencia. La sensación de paz y amor, como me suele suceder en estos casos, me conmueve hasta las lágrimas.
Seguidamente, me muestra una imagen en la que entrega una flor a Luisa y me da un mensaje para ella:
“Te cuido y protejo. No bailas sola, estoy bailando contigo. Estoy desatando bendiciones y sanando bloqueos que hay en ti.”
Me dice que está feliz e ilusionado por emprender el camino de renovación espiritual que se abre ahora para él, y le manda a decir a Luisa que no se preocupe si durante un tiempo no lo siente cerca, pues desde la Luz, él la acompañará.
Yo le pregunto si se van a reencontrar algún día, y en su traje de príncipe, sonríe “de medio lado” y con total seguridad me responde: ¡sí!
Nos agradecemos y nos despedimos.
El día que entrego los resultados de la canalización a Luisa, ella se conmueve profundamente y me indica que pudo sentir de cerquita la presencia de Adrián. A la vez, me dice que me va a hacer llegar unas fotografías de los diarios de adolescente que ella acostumbraba escribir, y que está segura, me van a impresionar muy positivamente. ¡Quedo a la expectativa!
Cuando me llegan las fotografías, viene con ellas una señal para mí. No siempre lo hacen, pero en ocasiones, las almas me muestran cosas que yo no tenía manera de saber. Desde mi punto de vista, eso es un regalo del Cielo para mí.
Y así fue, el regalo me llegó con esas fotos, gracias a ellas pude descubrir entre las páginas de sus diarios, cómo llamaba Luisa a Adrián en sus años de juventud: “¡Mi príncipe azul!” ❣️
Marianella Núñez G.
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